El poder de nombrarse lesbiana: liderazgo y convicción

“Empezar a reconocernos como personas dignas, poder vivir, sentir y amar, apropiarnos de diferentes espacios, eso nos cambia la vida porque nos da fuerza para poder avanzar, para poder construir familias diversas y forjar un mejor futuro para las diversidades sexuales (…) que las mujeres lesbianas un día se tomen una pola, un café, que echen cuento de cómo es ir al ginecólogo siendo lesbiana, de cómo es tener una relación sexual, entre otras conversaciones”: Melisa Pérez.

Por: Nórida Andrade Ortiz

Los procesos de auto reconocimiento y enunciación pública relacionados con la diversidad sexual suelen tener implicaciones mayormente negativas en los entornos familiares, laborales, educativos y sociales. Consecuencia de ello, los procesos de liderazgo y organización política del sector suelen ser problemáticos y por ende verse disminuidos. Neiva, como territorio heteronormativo y violento con las enunciaciones diversas, es escenario de disputas simbólicas y políticas donde las representaciones y los liderazgos LGBTI son un ejercicio de choque cultural y rebeldía, un ejercicio desde el amor que puede llegar a costar la vida.

Melisa Pérez es una mujer lesbiana feminista activista y defensora de derechos humanos, lideresa del sector LGBTI, nacida en La Plata (Huila). A sus tres años llega a la ciudad de Neiva, es estudiante de ciencia política en la Universidad Surcolombiana, ha trabajado con el sector sexualmente diverso desde hace aproximadamente 11 años y es organizadora del festival Reexiste en la ciudad de Neiva.

A continuación, las inquietudes que permitieron el desarrollo de la conversación:

¿Cómo empieza tu proceso de liderazgo y acción política LGBTI?

Recuerdo que había un movimiento pequeñito en el colegio donde las chicas se reunían porque consideraban injustas unas prohibiciones que había. Yo no era muy activa en estas cosas, pero siempre he sido muy conversadora, muy extrovertida en el sentido de poder socializar, entonces yo motivaba a las chicas a participar. Estos procesos continúan, pero unos pocos años después terminan. Yo quedó en el colegio y participo del grupo que se conformó, que se llamó Movimiento Humanístico, no sé hasta cuándo duró, pero ahí estuve en sus inicios.

¿Continuas con este proceso de liderazgo una vez ingresas a la universidad?

Sí claro, en el primer semestre de la universidad yo me hago consciente de mi rol político. Todo inicia en el marco de una clase donde se habla de derechos LGBTI, después de eso nos motivamos y decidimos juntarnos. El primer nombre que le pusimos al grupo fue Plaza Rosa. Recuerdo que llegamos como 10 personas, hasta mi mamá me acompañó; llegó el también un profesor y bueno, empezamos a hablar de diversidad sexuales dentro de la USCO. Era muy difícil poder posicionar el tema ya que nosotros nos reuníamos en un salón como muy escondidos, porque era complicado salir y hacerlo público, entonces dijimos: si es complicado acá en Plaza Rosa y no se puede hacer, hagámoslo grande, hagámoslo en la ciudad. Lo que hicimos fue llegar con Cine al Parque. Era cine con temática de diversidad sexual, proyectamos en varios lugares de la ciudad. Nosotros mismos llevábamos el maíz pira, compramos todo para hacerlo, pagábamos hasta el carro con nuestros recursos.

¿Cómo se da la juntanza y la articulación de la población LGBT en la ciudad y cómo influyó ésta en el proceso de formulación de la política pública?

La juntanza es fundamental. Yo siempre he dicho que estar juntos y juntas es la clave para todo lo que queramos lograr porque todo lo que se ha hecho, en niveles de derechos, pasó porque hay movilización social y porque la gente se ha juntado para que se le garantice algo. Iniciamos trabajando con el Comité, luego con las organizaciones, en ese momento había dos muy visibles que se llamaban Mundo Diverso y la Fundación Barba Rosa; con ellas nos articulamos y aprendimos mucho. Con lo de la política recuerdo que dije: tenemos esta herramienta que era la política pública nacional, ¡pues hagamos acá una! Recuerdo a todos y todas muy comprometidos en ese proceso. En ese entonces fui coordinadora en el 2015 de temas de juventud con Rodrigo Lara, era el candidato a la Alcaldía, yo le propuse una condición para trabajar con él y es que en el plan de desarrollo se pusiera la política pública LBGT y me dijo que sí.

Además de lo administrativo ¿Realizaban otro tipo de trabajo en la ciudad?

Sí claro, seguíamos en temas organizativos aparte de lo político, haciendo otro tipo de actividades y dinamizando campañas como la del 17 de mayo, que es el día de la no homofobia, no transfobia y no bifobia. Salíamos a las calles con preguntas sobre la homofobia, llegábamos a los barrios. Recuerdo que salió en ese momento lo de las cartillas de Gina Parodi y había una marcha de 200 personas cristianas y pues allí estuvimos en el parque, en medio de esta gente que casi nos linchan, nos tuvo que sacar la Policía Es fue de una de esas experiencias que nos genera mucho orgullo y satisfacción.

¿Cuáles son los mayores retos que identificas para trabajar con el sector LGBTI?

Creo que hay falta de voluntad política, pero también por este tema social y cultural que nos ha excluido como población LGBTI de los espacios académicos, entre otros, pues no tenemos las herramientas para poder generar una conversación a nivel técnico con las administraciones. Entonces por más de que se abran los espacios, la exclusión social y la falta de capacitación hace que la representación no llegue a tener una discusión en las mismas condiciones. La voluntad política es bien importante y es vital orientarla a temas de formación.

¿Cuál es la tarea más importante para los liderazgos actuales del sector LGBTI en la ciudad?

Creo que el reto más importante es empezar a hacer relevos generacionales, que eso es lo que se intenta todo el tiempo. Yo personalmente estoy muy feliz por la marcha de este año porque vi un montón de pelado joven y de pelada joven; lo que trata uno es de incentivar justamente eso, que estas nuevas generaciones logren tener las banderas, que empiecen a formarse para que se logre hacer ese relevo. Otra cosa muy importante es que podamos ser más visibles, es así como surgen más posibilidades de hacer esta revolución. Por las dinámicas de cada organización es difícil poder estar mucho más juntes, pero se sigue trabajando.

¿Qué proyectos o metas te planteas para los próximos años en cuanto a tu liderazgo?

Pues yo tengo unos sueños grandes. Primero lograr disminuir los casos de violencia hacia la población LGBT, no solo en la ciudad, sino en el país. Es un sueño en conjunto y para eso sé que hay que ponerle pecho, muchas veces hasta la vida. Dos, que se logre engrandecer o engordar la política pública local y que tengamos política pública departamental, porque estas son las herramientas que nos posibilitan poder exigir nuestros derechos. Y tres, tener una casa que atienda casos LGBTI, no solo en temas psicosociales, sino también temas jurídicos, de emprendimiento y laborales. Un lugar donde se les ayude a formarse y a tener una hoja de vida con la que puedan acceder a un espacio laboral estable, formal y digno, sobre todo para el sector de mujeres trans. Que la casa sea también un lugar de paso y de acogida para personas que han sufrido violencia en sus hogares y han tenido que salir de allí por alguna razón y que su única opción no sea irse a la calle.  

Finalmente, ¿qué reflexión haces frente al proceso de enunciación, el abanderamiento, la juntanza y el hacer político LGBTI en la ciudad?

Hay un tema y es el amor. Se debe poder amar un montón cada uno de nuestros procesos para que después, con ese amor que tenemos, poder asumir conversaciones. A veces no tienen que organizarse, sino generar conversaciones en torno a nuestras necesidades; es tan simple como que las mujeres lesbianas un día se tomen una pola, que se tomen un café, que echen cuento de cómo es ir al ginecólogo siendo lesbiana, de cómo es tener una relación sexual, cómo se sienten satisfechas y demás conversaciones propias de las mujeres lesbianas, con eso ya estamos empezando a actuar; pero no obligadas, quienes lo quieran hacer, y cuando ya lo podemos hacer, se debe tener una postura clara: esta es mi orientación, esta es mi identidad, este soy yo, esta soy yo, esta es mi novia, no, mi amiga, hacemos parte de esta sociedad así que es necesario poder hablar sobre estos temas.

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