“La selva nos demostró que los niños no eran nuestros”

La editorial de la Universidad Surcolombiana lanzó recientemente el libro Autonomía alimentaria, identidad indígena y sentido comunitario para una alimentación sana, propia y culturalmente adecuada. También hace dos meses fueron encontradas las niñas de la comunidad Uitoto, las cuales permanecieron perdidas, durante 40 días, en la selva amazónica de Guaviare. ¿Qué relación existe entre estos dos sucesos?

Por: Sara Espitia Alonso

Vi la entrevista que RTVC le hizo a Rufina Román, sabedora del pueblo Uitoto, lideresa de la OPIAC (Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonia Colombiana), acerca de la búsqueda y rescate de las niñas que estuvieron extraviadas en la selva del Guaviare durante 40 días, luego de que la avioneta en que viajaban, huyendo de la violencia, colisionara y de que los tres adultos que viajaban con ellas fallecieran en el siniestro: Magdalena Mucutuy, su mamá; Hernando Murcia, el piloto, y Herman Mendoza, un líder indígena.

Algunas de las respuestas que dio Rufina Román a RTVC me impactaron y me hicieron pensar sobre la pertinencia de trabajos como el realizado por investigadores de la Universidad Surcolombiana: “Autonomía alimentaria, identidad indígena y sentido comunitario para una alimentación sana, propia y culturalmente adecuada”, trabajo que surgió a partir de una experiencia comunitaria de recolección de memorias. Para su elaboración, fueron retomadas las investigaciones del Grupo Cuidar y el semillero de investigación en salud Intercultural de la Universidad Surcolombiana durante los años 2017 al 2020. Estos proyectos también fueron apoyados por el Concejo Regional Indígena del Huila, CRIHU, su IPS-I CRIHU, el Resguardo indígena Nasa Huila-Rionegro, el Programa de modalidad propia del Resguardo Huila, la Institución Educativa Kwe Dsi’j, el Programa de Familias en Acción y especialmente las mayoras y sabedoras de los resguardos; así como los Resguardos Yanakona San José de Isnos, Misak Nuevo Amanecer y La Gabriela, además de profesionales de la salud, la nutrición y la agricultura que sirvieron de guía en el trabajo de campo que se realizó a finales del 2019 e inicios del 2020. Las herramientas utilizadas para la documentación del trabajo de campo comunitario fueron guiones de entrevista, grabadoras de audio, notas de campo, formatos de recetas y fotografías.

Volvamos a la noticia. El 1 de mayo de 2023 encontraron la avioneta en la Amazonia del Guaviare. Los organismos de búsqueda comenzaron el trabajo de “rescate” adentrándose en la selva espesa, procurando rastro de las niñas perdidas. Colombia mantenía la esperanza de encontrarlas con vida, ya que a medida que avanzaba el cuerpo de búsqueda, hallaron elementos que pudieron ser abandonados por las niñas; encontraron un tetero, cáscaras de fruta y días después, pañales. Las niñas estaban en movimiento.

Rufina comenta que, al iniciar el operativo, las fuerzas militares de Colombia permanecían reacias a una posible alianza con el pueblo indígena; fue necesario convocar una mesa permanente en el OPIAC para pensar de qué forma harían parte de la búsqueda, ya que tenían claridad de la selva y de sus diversos ambientes. “Sabíamos que los niños estaban en su hogar, en su territorio, estábamos con paz, así que pensamos que nuestra labor sería la de encontrarlos y traerlos; y ellos nos contarían las historias de sus caminos”, dijo Rufina Román para RTVC. Tenían la certeza de que las niñas se encontraban con vida, porque confiaban en la crianza y los conocimientos transmitidos a sus infancias.

39 días después, el 9 de junio de 2023, algunos miembros y lideresas de la comunidad indígena de Colombia, junto con las fuerzas militares, encontraron a las niñas en la vereda Palmarosa, en zona rural de Solano, Caquetá. Tenían una pérdida significativa de peso, sin embargo, el hecho determinante después de 40 días en el interior de la selva fue la vida. ¿Cómo lograron subsistir solas ante la inclemencia del clima, el instinto salvaje de los animales de la selva, la escasez de alimento y la ausencia total de lo que sería un “refugio” para el sentido común?

La sabedora Uitoto, Rufina Román, declaró: “La selva nos demostró que los niños no eran nuestros”. Lesly, Soleiny, Tien y Cristin Neriman también estaban y están conectados y conectadas con la selva, y su relación con su territorio fue de entendimiento. Sobrevivieron a su estancia en la selva amazónica del Guaviare gracias a su conexión con los saberes de su pueblo, sus costumbres y su inquebrantable confianza en su territorio.

Este acontecimiento pone en evidencia una deuda que tiene el sistema educativo colombiano con las comunidades tradicionales, pues nos demuestra la pertinencia de sus conocimientos para la construcción de país y de sociedad en general. Por esta razón debemos resaltar trabajos editoriales como el mencionado al inicio. El objetivo principal de ese proyecto fue la reconstrucción y documentación de saberes culinarios, métodos de siembra y cuidados del territorio, para la nutrición de las comunidades indígenas, con enfoque en la infancia y adolescencia. Por otra parte, es un aporte a la sociedad que desconoce la educación indígena y los saberes tradicionales del territorio. El documento aborda las características y bondades de los frutos que nacen en el Huila y posee una amplia selección de recetas que han acompañado históricamente a las comunidades indígenas del departamento en su nutrición.

Luz Nidia Finscue Pete, Mayora de la comunidad de Rionegro y miembro de la modalidad propia de ICBF del resguardo indígena en el departamento del Huila, mediadora entre los investigadores y la comunidad, específicamente con las sabedoras (mujeres líderes de la comunidad indígena que atesoran los saberes y las recetas de la comunidad de Rionegro) comenta el problema que amenaza los modos de vivir de su comunidad indígena. Es un problema que los más jóvenes desplacen algunas prácticas tradicionales y comunitarias por el uso frecuente de pantallas y de internet, pues potencializa el olvido de sus saberes ancestrales, como el cuidado de la tierra y la relación y reconocimiento de las plantas; elementos indispensables para lograr una autonomía alimentaria.

Estoy convencida del alto valor de los conocimientos tradicionales de las comunidades nativas, por lo que deben ser resaltadas las palabras de Rufina Román: “Es hora de que el Estado Nacional reconozca y haga adecuaciones institucionales para trabajar articuladamente y darle un valor real al sistema de conocimientos de los pueblos indígenas de Colombia, quienes estamos dispuestos a fortalecer y aportar”. Por niñas y niños, por el pueblo colombiano, para que sea posible reconocer el territorio y habitarlo de manera respetuosa y responsable.”

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