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Se trata de un laboratorio de sistemas de producción bajo ambiente controlado, ubicado en la granja experimental de la Universidad Surcolombiana. Allí, los estudiantes podrán hacer prácticas académicas y desarrollar proyectos de investigación que permitirán caracterizar diversos tipos de cultivos.
Por: Juan Guillermo Soto M.
En el departamento del Huila el clima y el recurso hídrico suele ser impredecible. A esto se le suma el cambio climático y sus efectos en los periodos, cada vez más inciertos, de lluvias y sequías; los fenómenos ambientales como el reciente “fenómeno de la niña”; la variabilidad en los costos de los insumos, los impactos de las guerras… Hoy en día la producción de cualquier cultivo está atravesada por la incertidumbre.
En este escenario, algunos expertos afirman que la producción agrícola en invernaderos, bajo ambientes controlados y protegidos, es mucho más óptima y segura que la que se hace a cielo abierto, es decir la que se viene realizando en el país desde siempre.
Conscientes de esta realidad, la Universidad Surcolombiana construyó un invernadero que opera como laboratorio de sistemas de producción bajo ambiente controlado. Se creó con el objetivo de que los estudiantes de la Universidad Surcolombiana, especialmente los de Ingeniería Agrícola, puedan hacer sus prácticas académicas y proyectos de investigación.
En este invernadero semi automatizado, asegura el profesor Marlio Bedoya Cardoso, líder del proyecto, “se podrán caracterizar diversos tipos de cultivos; se van a controlar y a medir algunas variables: temperatura, radiación, velocidad del viento, el CO2, y con esto también podemos medir algunas variables fenológicas del cultivo para establecer su modelación matemática que permita establecer, en el futuro, cuál puede ser la producción potencial que puede generar un cultivo”.
El académico agregó, a manera de ejemplo, que la máxima producción de un cultivo de tomate a cielo abierto, bajo buenas condiciones de fertilidad y manejo cultural, podrá ser de 48 toneladas por hectárea; por su parte, en un sistema tipo invernadero, en donde se controlan variables de mediana tecnología, se puede llegar a producir hasta 250 toneladas por hectárea. “Esa podría ser una gran apuesta que pueden tener los agricultores del país para incrementar los rendimientos de los cultivos; y no solo tomate, sino otros cultivos que sean rentables, con lo que además se puede brindar seguridad alimentaria en el país”.
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El invernadero
Este espacio cuenta con sistemas de goteo en estaca, lo que permitirá saber cuánta agua se le está aplicando a cada planta y cuánta agua está bebiendo. En la parte superior cuenta con unos nebulizadores, los cuales se utilizan para regular la temperatura dentro del invernadero; cuando esta se encuentre muy alta, por ejemplo, lo que hace es generar una especie de neblina y eso permite bajar la temperatura; es un laboratorio que está semiautomatizado.
Todas las variables climáticas que se tengan allá, en el invernadero, se registrarán en otro cuarto llamado cabezal de control del sistema. Rodeando dicho cuarto hay unos tanques con fertilizantes y agua. Desde dicho cuarto se permite el paso, controlado, de dichos líquidos hasta el invernadero. Los equipos tecnológicos que allí se albergan regulan la forma en la que los cultivos van a recibir los nutrientes y fertilizantes.
Según Leonardo Camero, profesor del programa de Ingeniería, ante las afectaciones que en el los últimos años han sufrido los cultivos producto del cambio climático y la inestabilidad de los mercados, “el uso eficiente del recurso hídrico resulta relevante para el medio ambiente y la sociedad. En ese sentido, con este invernadero se espera que por un lado se fomente el uso y control de cultivos en ambientes controlados, mejorando la competitividad de los productores; y por el otro, avanzar en temas de uso eficiente del recurso hídrico, aspecto de suma importancia a nivel internacional”.
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En esta dirección algunos expertos aseguran que las afectaciones en los cultivos, producto de la irregularidad climática, han sacado a flote importantes retos a los que se enfrenta el sector en materia de cambio climático y sostenibilidad. Al respecto, en un artículo recientemente publicado por el medio Portafolio, el presidente de la Asociación de Agricultores de Colombia (SAC), Jorge Bedoya, destacó que el futuro dependerá de la capacidad de adaptarnos al cambio climático, y la mitigación de riesgos que se puede hacer por parte del Estado y del sector privado:
“Lo que estamos viviendo con las lluvias está generando problemas cada vez más serios y por más de que se establezcan buenas prácticas por parte de los productores, el exceso de agua en los suelos complicará hacia adelante la preparación de tierras y la producción misma”, recalca el dirigente gremial y agrega que la ciencia, el desarrollo y la tecnología irán desarrollando variedades resistentes a nuevas plagas y enfermedades, pero va a ser una situación muy compleja. “Es un futuro que puede ser incierto dependiendo de la capacidad de adaptación y de lo que se haga en la investigación y de lo que pueda hacer el Estado colombiano”, destacó.
Ahora bien, estas tecnologías para desarrollar la agricultura tienen unos costos que no suelen estar al alcance del grueso de los agricultores en Colombia. Sin embargo, destaca el profesor Marlio Bedoya, “un invernadero de estos se paga en menos de 8 años y al menos le quedan otros 8 años útiles de la infraestructura”.
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En cuanto a los aportes que puedan traerle a la región este nuevo invernadero y las investigaciones de que allí se realicen, el profesor Marlio Bedoya destaca que las personas aprenden por iniciativa propia, por imitación, “entonces tratamos que la gente, cuando vea esta experiencia, y vea los resultados, imite lo que la Universidad esté haciendo; de tal forma que tenga lugar la transferencia de conocimiento y tecnología. La gente quiere hacer lo que se está haciendo bien. Si la Universidad dice: mire, de esta forma se mejora y optimiza la producción del cultivo, y la gente ve que es real, la gente lo querrá replicar”, destacó el académico.
“Una de las cosas que más destaco”, afirmó Esteban Daza, estudiante de Ingeniería Agrícola, “es el tema de los sistemas de riego. En el Huila lo que más se ve es riego superficial, por inundación, riegos sin mucho control; en ese sentido, lo que nos permite este invernadero es aprender sobre los procesos de control de riego. Esto permite un mejor aprovechamiento de los recursos hídricos y mejoramiento en la producción”.
Académicos, empresarios y dirigentes gremiales, como Pilar Ortiz, directora de la Cámara Fedemol de la Andi, coinciden en que el futuro de la agricultura, a mediano y largo plazo, está en la investigación y en la tecnología de precisión: “hay que buscar la manera de producir suficiente con menos recursos naturales y para eso hay que desarrollar semillas resistentes, por ejemplo, a las sequías. Hay que trabajar en agricultura de precisión para usar los insumos agrícolas estrictamente necesarios o sistemas de riego que no desperdicien agua. Hay que investigar mucho enfocados en proteger al máximo los recursos naturales y poder optimizar la productividad”, concluye.